Thursday, February 23, 2006

Lectori Salutem

Nuestra época, característica del desarrollo inútil, orientada para satisfacer la vanidad del hombre, para exaltarla y ensorberbecerla, y lo que es aún peor: para justificarla. El olvido es una necesidad pero también es una estrategia. Aquello se considera ausente, simplemente distanciado de la exigua porción de tiempo a la que llamamos presente, escondido en senderos laberínticos. Es necesario decir, sin embargo, que la pérdida constituye la mayor prueba del logro de la distancia temporal y que tanto el exceso como la insuficiencia de olvido comparten el mismo defecto, a saber, la desconexión del pasado al presente: la ruptura de la responsabilidad histórica del sujeto. No son necesarios prologomenos para decirlo. Y aún si lo fueran no podriamos dar sentido a la condición humana con simples palabras, ponerle palabras a lo inenarrable, a lo que no se puede narrar, a lo que no se debe narrar, a lo que no se quiere narrar. No hay fórmula. Quizá porque no es necesaria; o tal vez la hay y nadie la dice porque secretamente todos la saben. No podría asegurarlo.

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