Tuesday, February 28, 2006

Games in A minor

Did it matter that she must inevitably cease completely; all this must go on without her; did she resent it; or did it not become consoling to believe that death ended absolutely? Virginia Woolf Isa ya había perdido de vista la casa (¡había perdido de vista tantas cosas!). Caminaba sin rumbo aparente. Ciertas nubes inclementes descargaban alfileres glaciales sobre una ciudad opaca. Jugueteaban impunemente formando figuras oscuras. ¡Cómo si no supieran que está prohibido jugar! Las últimas luces se dispersaban entre cúmulos umbrosos para luego desvanecerse completamente. Isa detuvo su deambular errático, no había razón para continuar. Pensó que tal vez debía acabar ineludiblemente. No importa, todo se olvidaría. I rather dissipate, dilute everything absolutely, faintly but distinctly. Después de todo ésa era la costumbre: fingir fugazmente y con demasiado ardor aquello que no sentimos en lo absoluto, quizás en extremo convencidos de que todo lo sólido se desvanece en el aire, ¿incluso la vida misma? Vio que la última hoja caía del tronco grisáceo que estaba enfrente y se hundía en la nieve, sin vacilación alguna, como aquél que abre los ojos a un destino impostergable. ¿De qué le había servido rehuir el viento y el hielo si la ultimaría el diluvio? Aparentemente la muerte es nuestro más solemne compromiso, no hay razón para evitarlo. Le temblaban las manos. La lluvia se confundía con sus lágrimas. Había algo muy familiar en aquel tronco. Algo inquietante. The dead leaf has fallen with nugatory indolence, necessarily. Isn’t it, after all, the only way to proceed? Le recordaba su propia condición en todas sus formas. Recordó en segundos irracionales cómo fue verdugo de sí misma, absurdamente víctima y victimario. ¡Pero en verdad fue absurdo! La señora Gulick no había pretendido tal desenlace y, sin embargo, nadie dudaría que fue absolutamente inapelable. No, probablemente no había otra salida (y es altamente cuestionable que ésta fuera “una salida”) pero ella se rehusaba a aceptar que no hubiera solución alguna. Fue en ese momento, en ese preciso momento, que el tiempo se detuvo por un instante. Por causas ajenas a todo dominio, por un eterno intervalo de desconcierto. La señora Gulick parecía mirarnos con un inequívoco resentimiento desde aquellos durmientes carmines. ¡Pero en realidad no veía! No, no veía la brutalidad de sus palabras, de sus miradas, de su actitud completa; pero eso no le molestaba, a la señora Hardy nunca le importaron demasiado ese tipo de cosas. Aunque en ese momento algo se rompió dentro de ella. Sí, la señora Hardy no quería que esto ocurriera, aún cuando hubiera dado la impresión contraria. Sin embargo, ya no se podía hacer nada: el tren había llegado a Durham. El reloj daba las nueve y media. Isa abrió sus ojos y observó los muebles de la habitación. Miraba detenidamente el vacío, como si intentara medirlo con la precisión de un arquitecto. Detuvo su vista en ninguna parte. El día se despertaba con una fría claridad de invierno. Había en el aire una extraña sensación de contingencia. Pensó que quizás sería el mejor día de su vida. En cierto modo, no se equivocó (¿no se equivocó?). So, this is really it? I could have never known. Though, to rend imprisonment, to reach untimely end seems somehow to be blameless, unaccountably releasing... Se levantó. Sus ojos se paralizaron en la espesura del espejo. Observaba con gran intriga y atemorizada, como si por un instante se hubiera encontrado a sí misma. Una leve llovizna comenzaba a bañar las calles cubiertas de nieve, violentamente, igual que el sonido desgarra abruptamente el silencio. No tenía preferencias, inundaba todo completamente. Anne entró en la habitación. No hizo comentarios. Descorrió las cortinas lentamente, casi apática. Y por un momento fue capaz de ver lo que otros no veían, lo que no querían ver, lo que sólo se puede ver con ojos ajenos a toda opinión. Discurría en las tareas de la tarde al tomar aquella frágil tela entre sus manos; ¡qué parecida era, qué parecida a aquella con la que habían enterrado a su madre, aún después de tantos años! Escenas de su infancia vinieron a su mente, cosas que ya no recordaba (en parte porque la señora Hardy se lo había prohibido.). Pero Anne no podía darse ese tipo de lujos, no estaba allí para recordar, debía concentrarse en lo que debía hacer, en lo “único” que debía hacer (según le había aconsejado de su nueva madre.). La lluvia le ocasionaría muchos conflictos. Isa la miraba casi compasivamente, como sólo se puede mirar la lluvia. Como sólo se puede mirar una gota de lluvia, que no se pregunta por qué cae sino que desciende incuestionablemente sin presentar resistencia. No, no. It is not flair, it never was. Right now everything seems to be simple, to be possible. No, how could it be? This is irreclaimable indeed. Anne salió de la habitación y se dirigió a la sala para pedir instrucciones a Mrs Archer. La puerta principal se abrió repentinamente. Giles Archer entró, colgó su abrigo en el perchero de roble y se detuvo a examinar los anaqueles de la biblioteca y el resto de los muebles de la sala, con gran asombro, como si hubiera sido la primera vez que estaba en ese lugar. ¡No, ya había estado antes! Pero ella no lo recordaba, la señora Hardy no daba importancia a esas cosas, y aun cuando en realidad lo recordara no lo admitiría. No, eso significaba darle la razón a la señora Gulick y eso nunca lo haría, era “cuestión de principios”. Algunos llegaron a pensar incluso que la señora Hardy en realidad apreciaba a la señora Gulick pero no sabía cómo demostrarlo, algo que era, por lo demás, completamente absurdo. No, no era lo que ocurría; probablemente la señora Hardy tenía esta actitud tan ambigua porque en cierto sentido se sentía culpable (¡y efectivamente lo era!). How infinitely condemnable! Giles reparó extrañamente en la cantidad de robles que se sacrificaban día a día para satisfacer las comodidades del hombre. Anne fue a recibirlo con la correspondencia que había llegado. Mr Archer pidió que la dejaran en su estudio y se dirigió hacia la sala donde estaban Mrs Archer e Isa con los cubiertos dispuestos para la hora de la cena. Besó a Lucy y saludó a Isa de la manera usual: relacionando su nombre con algún tipo de fracaso presuntamente histórico. Isa fingió una sonrisa. Nunca supo por qué su padre asociaba el nombre Isabel Archer con los matrimonios fallidos o Anna Karenina con la gente que caía bajo las ruedas de un tren. Algo que, por lo demás, era muy usual en esos días. Realmente era tan singular como el día de hoy, como cualquiera de los días que fueron y serán el día de hoy. Su sombra esbelta se alzaba cual un obelisco muerto en medio del hielo. Sí, había algo realmente inquietante en aquel tronco que lloraba martirio en cascadas gélidas. Algo inquietantemente bello, que decididamente desdeñaba aniquilarla. Why was it so delicate, so prone to fits of inexplicable remorse? Se arrodilló en el suelo violentado por la lluvia, más bien por cansancio que por temor. El altivo leño evocaba una fogata, como la que se encendía en el hogar de la sala durante las noches de invierno. Era una sensación cálida pero extremadamente distante e inexplicablemente próxima. Mrs Archer se refugiaba junto al fuego con algo que pudiera diluir aquella sensación de interminable rutina, aunque fuera sólo por un instante. Leía una novela acerca de una mujer que iba a dar una fiesta. Hacía comentarios ocasionales. Isa le respondía distraídamente, por mera cortesía. Was there any reason not to? No podía imaginar ningún argumento convincente. Necesitaba encontrar alguna solución antes de que llegara Giles. Sabía que el castigo sería severo. Recordó aquél viaje en tren tan llamativo. Se dirigía hacia Durham con su madre en aquel entonces. Interrumpieron inoportunamente la discusión de dos pasajeros cuando se iban a sentar. La señora Hardy calló inmediatamente, se notaba que no estaba de buen humor. Era una mujer de unos cincuenta años aproximadamente, indudablemente rica. Era del tipo de personas que habían hecho su fortuna extorsionando a aquellos a los que menos se les puede sacar (o, lo que es lo mismo, constituía la regla no la excepción), su estado era realmente lamentable. Y, aunque eran muy diferentes, era evidente que no era la primera vez que se encontraba con la señora Gulick, ya se habían conocido en otra ocasión hace mucho tiempo. Probablemente la señora Gulick había empeñado todo lo que poseía y se había tenido que ver en la forzosa situación de pedir dinero a la señora Hardy en reiteradas ocasiones. Y ahora que llegaba el momento del pago no podía afrontar la deuda. ¡No, no debía!. Había algo más, algo más profundo e innegablemente inconfesable. Evanescente pero ciertamente categórico. Algo que diluía los axiomáticos límites de lo posible. El ruido de la puerta al cerrarse distrajo a Isa de sus pensamientos. Levantó la mirada y vio que Anne entraba al estudio con la correspondencia. Palideció instantáneamente. Mr Archer había llegado finalmente. Las saludó y luego comento algo sin demasiada importancia sobre los robles. La hora de la cena sería un obstáculo fácil de sortear, simplemente ritual, cada cual conocía su papel de memoria. ¿Pero qué sería de las horas siguientes? Es inútil la pregunta. Sólo hay que vivirlas, soportando inevitablemente todo el peso de la existencia. It cannot wait any longer. I know that it's cursory, I do, and I accept it. I could never endure the curt agony of living.... Isa continuaba con los ojos fijos en el tronco. El hielo le quemaba las manos. Ya no había nadie, nadie que mirara, nadie que contara. La lluvia y el hielo habían ultimado todo rastro de vida. Giles Archer se incorporó bruscamente, irreflexivamente. Como si hubiera despertado repentina y confusamente a la dura realidad. El fuego del hogar le inundaba los ojos. Miraba airadamente a Isa, con una mezcla indescriptible de amor y odio. I cannot fight any longer. How exhausting can that be! For it was true! I swear it was. But what worth has truth if nobody believes you? No, it's not about truth, it's about power, about convenience. It always was, always, since the very beginning. Lucy hizo un comentario sobre lo extraño que era que la lluvia no hubiese cesado en todo el día y les preguntó si deseaban café. La respuesta fue un mudo silencio. Supo que era el momento exacto en que debía retirarse y abandonó la sala inmediatamente, conocía demasiado bien a Giles como para quedarse. ¡Pero en verdad la lluvia no había parado! Y cuando llegaran a Durham probablemente no encontrarían una hostería donde pasar la noche. La señora Hardy miraba el paisaje, el silencio era demasiado incómodo. De pronto la señora Gulick comenzó a llorar desconsoladamente, como un scherzo en La Menor, con cierto aire de artificiosidad y un ligero automatismo pero con una melancólica frescura de vida malgastada. La señora Hardy la estudiaba con disimulada repugnancia. No era la primera vez que la veía llorar, aparentemente hacía mucho tiempo que conocía esta lamentable condición de la señora Gulick. No, no era la primera vez. Disfrutaba cada lágrima con renovada expectativa, con cierta sensación de estratega. Era un juego realmente perverso y viciado, como lo son todos. ¿Acaso no sabría que está prohibido jugar? Definitivamente, no lo sabía. El tiempo se detuvo por un instante. Isa miraba a Giles temerosa. Quiso articular un grupo de palabras inconexas mas se las arrebató de la boca el sonoro golpe que le cruzó la cara. No, no era sólo eso. ¡En realidad no había palabras para decirlo! Tales palabras no existían. Rompió en llanto, un diluvio de aflicciones confusas inundó sus ojos, olas asfixiadas por sórdidos reclamos y falta de carácter. Se alejó de la casa como se lo ordenaron, con el plenilunio como testigo inexcusable de sus pasos. En efecto, era culpable. Era culpable de pensar demasiado, de callar demasiado, de sentir demasiado. Probablemente, también de vivir demasiado. No, I can't believe this! Have they not distinguished the inimical boundaries of verity and inopportune folly? No, it was more than that: it was pure evil... Pero continuaba absorta en medio del hielo, terriblemente inerte. Miraba el árbol severo y melancólico con una fatal actitud de confidente. Se levantó, resuelta en la indolencia más extrema. Sí, se levantó de su asiento irremediablemente determinada; no podía soportar las exigencias de la señora Hardy por más tiempo. No, no podía. Miró a Isa con una compasión clarividente, inexplicable. Sus miradas se encontraron en la oscuridad más profunda, en la conclusión última The air is filled with an unsettling persistence, inconveniently. ¿Pero acaso le importaba su inevitable desenlace? No, La señora Gulick no era del tipo de las que se cuestionan sino de las que actúan sin premeditación alguna, por alguna clase de inclinación natural. For it was on that day, on that single day that her destiny, her whole life, inexplicably seemed to be measured away. Pensó en su hija: lo habría soportado todo por ella, todo. Pero ahora ya no estaba y la señora Hardy era la culpable de ello. ¿De que valían ya sus esfuerzos? Su alma se había secado como la hoja póstuma que cae de un madero helado: sin asombro, sin vida. That is the most unsullied evidence of human condition... Realmente era el final. No pensó en palabras vanas que fueran recordadas tal vez como prueba vulgar insensatez. Ciertamente se equivocó quien dijo que de las familias infelices cada una es infeliz en su propia manera especial. Simplemente son infelices, la forma en que lo sean nunca supera los límites de lo patético. La señora Gulick lo sabía y lo había vivido en carne propia. No, no dijo palabras vanas. Solamente saltó, sin importarle siquiera. Isa nunca habría creído que la muerte de Anna Karenina hubiera sido tan fugaz, tan indescriptiblemente imperceptible. Alcanzó a divisar el cuerpo ensangrentado, terriblemente inerte, estacionado en durmientes lapidarios. Proféticamente, se dio cuenta de que se había matado a sí misma. Sí, había tomado una decisión, con la lluvia, el roble y el hielo como testigos. Su alma se había congelado lentamente, distraídamente, en un descuidado jugueteo de refrescante indiferencia. Is it right to be distrustful? It is a lavish felling, vague and somehow unwonted; though, in the very end it doesn't really matter. Trató de formar una frase pero no había palabras que pudieran articular el segundo mismo. Indefectiblemente calló, siempre, era su vicio personal e inconfesable. Qué extraño, pensó, nunca hubiera creído que el mundo se terminaría una noche de luna llena. Algo peculiar había en la frase que le hizo ahogar una sonrisa entre sus últimas lágrimas.

Thursday, February 23, 2006

Lectori Salutem

Nuestra época, característica del desarrollo inútil, orientada para satisfacer la vanidad del hombre, para exaltarla y ensorberbecerla, y lo que es aún peor: para justificarla. El olvido es una necesidad pero también es una estrategia. Aquello se considera ausente, simplemente distanciado de la exigua porción de tiempo a la que llamamos presente, escondido en senderos laberínticos. Es necesario decir, sin embargo, que la pérdida constituye la mayor prueba del logro de la distancia temporal y que tanto el exceso como la insuficiencia de olvido comparten el mismo defecto, a saber, la desconexión del pasado al presente: la ruptura de la responsabilidad histórica del sujeto. No son necesarios prologomenos para decirlo. Y aún si lo fueran no podriamos dar sentido a la condición humana con simples palabras, ponerle palabras a lo inenarrable, a lo que no se puede narrar, a lo que no se debe narrar, a lo que no se quiere narrar. No hay fórmula. Quizá porque no es necesaria; o tal vez la hay y nadie la dice porque secretamente todos la saben. No podría asegurarlo.