tag:blogger.com,1999:blog-229213782024-02-19T18:37:34.351-08:00Homo homini lupusNon scripsi vobis quasi ignorantibus veritatem sed quasi scientibus eam et quoniam omne mendacium ex veritate non estAnonymoushttp://www.blogger.com/profile/12671229840971481042noreply@blogger.comBlogger9125tag:blogger.com,1999:blog-22921378.post-91185881713735213722012-08-11T00:43:00.003-07:002012-08-11T00:44:25.964-07:00Primera fundación de Buenos Aires: versiones y cuadros de costumbresLa versiones de Ulrico Schmidel y Pero Hernández sobre la primera fundación de Buenos Aires, si bien mantienen un núcleo en común, difieren notablemente en estilo, aspectos narrativos, responsabilidad histórica de los personajes que tratan o finalidad de la obra.<br />
<br />
El texto de Schmidel presenta los acontecimientos como fueron vistos por el autor, su estilo es tosco por momentos y poco adjetivado, con gran preocupación por la exactitud numérica cual si fuera agrimensor. En contraposición el texto de Hernández abunda en descripciones e imágenes frondosas que lo acercan al relato de aventuras.<br />
<br />
En cuanto a sus aspectos narrativos, ambos textos poseen cuentos encriptados. A modo de ejemplo se podría citar el capítulo XXIV de Hernández que narra el escándalo que causó un tigre al atravesarse en el camino, originando una gran pelea entre españoles e indios que solo pudo ser frenada con la intervención de Álvar Núñez quien fue el único capaz de renovar la paz entre los grupos. Schmidel, por su parte, habla de una “grandísima y monstruosa serpiente de 45 pies de largo, de grueso de un hombre” que mataron de un balazo dando alivio a los nativos que “cuando se bañaban, ésta y otras de su especie, les rodeaban el cuerpo con la cola, y hundiéndolos en el agua, sin saber los indios lo que les sucedía, se los comían”. Esto en cierta forma recuerda al episodio de Laocoonte y las serpientes en Eneida: Laocoonte, el sacerdote troyano de Febo, advierte sobre el peligro que encierra el caballo de dejado por los dánaos.<br />
<br />
"Equo ne credite, Teucri. Quidquid id est, timeo Danaos et dona ferentes"<br />
<br />
Vir. Eneida (II, 49)<br />
<br />
"No confiéis en el caballo, troyanos. Sea lo que sea, temo a los dánaos, aún portando regalos"<br />
<br />
Dicho esto los dioses envían serpientes monstruosas para que lo devoren a él y a sus hijos, cosa que los troyanos malinterpretan como un oráculo y meten el gran caballo en la ciudad, lo cual marcaría el fin del Troya. Sin saberlo, Schmidel escribe una de las ironías de la História: la aceptación de los regalos de los conquistadores, de la misma forma que en Eneida, también sellaría el destino de los pueblos americanos.<br />
<br />
Finalmente, hay una diferencia de objetivo en los textos. El texto de Hernández es un panegírico apologético sobre Álvar Núñez, se muestran sus virtudes, su bondad con los indios. El hambre, si bien aparece en la obra (la gente del gobernador llega a comer hasta gusanos), no aparece de la forma funesta que la describe Schmidel. El texto de éste último, en cambio, es más cercano a un diario de viaje, tiene un concepto utilitario del nativo y su retrato principal es la miseria ocasionada por el hambre. Cuando Pedro de Mendoza censa a sus contigentes se encuentra con que de 2500 que había traído quedaban solo 560 “los demás habían muerto, y la mayor parte de hambre”.<br />
<br />
Por su parte, el texto de Félix de Azara examina los textos de los cronistas del plata tratando de separar la realidad de la imaginación en la medida de lo posible. Tiene en gran estima a Schmidel, aun con todos sus errores, debido a la exactitud con que se narran los hechos:<br />
<br />
<i>...historia de los hechos que había presenciado, estropeando, corrompiendo y trocando tanto los nombres de las personas, ríos y lugares, que sólo las puede entender quien los conozca por otra parte. Su obra se tradujo al latín y de éste al castellano sin corregir la nomenclatura.</i><br />
<i>Quitando este defecto es la más esacta que tenemos, la más puntual en las situaciones y distancias de los lugares y naciones y la más ingenua e imparcial.</i><br />
<br />
Dicha imparcialidad está dada por su categoría de soldado raso, lo que implica que su texto no tiene necesidad de ajustarse según influencias políticas. Sin embargo, su lealtad a Irala termina en un velamiento de lo ocurrido durante los dos años que van desde su llegada hasta el arribo de Álvar Núñez.<br />
<br />
No obstante, Azara tampoco es ciego a las exageraciones que realiza Schmidel, ampliando el número de enemigos y bajas, aludiendo a ciertas defensas indígenas u otorgándole comportamientos europeos a los mismos (uso del bigote, cría de animales domésticos).<br />
<br />
Este juicio cambia completamente cuando se refiere a los demás cronistas. Al hablar de los Comentarios de Álvar Núñez la considera como “una obra tan confusa, que no se entiende, y otras altera y cambia los nombres”. Por otra parte, la obra de Martín del Barco Centenera es tratada despectivamente:<br />
<br />
<i>Los profesores juzgarán su mérito poético; yo en cuanto a historia considero que esta obra tan escasa de conocimientos locales, y tan llena de tormentas y batallas, de circunstancias increíbles, á los que no conocen a aquellos naturales, y de nombres y personas inventados por él, que creo no se debe consultar cuando pueda evitarse. Pero su empeño mayor es desacreditar a los principales y los naturales, siguiendo en esto el genio característico de todo aventurero y nuevo poblador como él lo era.</i><br />
<br />
Finalmente, cuando se refiere a la Argentina manuscrita de Ruy Díaz de Guzmán invalida su testimonio por considerarlo poco escrupuloso:<br />
<br />
<i>Lo dicho basta para que no lo tengamos por escrupuloso y para que no nos cause novedad si vemos que en vez de verdades cuenta novelas, como son: la leona que defendió a la muger; la transmigración de los chiriguanos; el viaje de Alejo García, el haber conocido a su hijo, y cuanto se refiere a las alhajas de plata llevadas del Perú al Paraguay</i>. (8)<br />
<br />
Con respecto a la geografìa humana, Azara confronta constantemente sus investigaciones con lo escrito por los cronistas:<br />
<br />
<i>...de modo que me he propuesto hacer saber el número y la situación de casi todas las naciones que hay y ha habido en aquel país, para que se puedan enteneder y corregir las relaciones antiguas. Estas, como hechas por los conquistadores, multiplican el número de naciones y de indios, con la idea de dar esplendor a sus hazañas. Los historiadores que han copiado dichas relaciones, no las han corregido ni se han propuesto describir aquellas naciones. La mayor parte de las relaciones convienen en asegurar que casi todas la naciones eran antropófagas y que en la guerra usaban flechas envenenadas; pero uno y lo otro creo falso, puesto que nadie de las mismas naciones come hoy carne humana, ni conoce tal veneno, ni conserva tradición de uno ni otro. No obstante estar en el pie de que cuando se descubrió la América, y de que en nada han alterado sus otras costumbres antiguas.</i><br />
<br />
Cabe destacar que considera como nación al grupo étnico unido por identidad de “espíritu, formas y costumbres, con idioma propio”. Así describe ampliamente sus creencias, modos de alimentación, vestimenta y rituales de los charrúas, pampas, guaraníes, guanas, albaias, payaguas y da algunas noticias breves de otras tribus. Es visible la admiración de Azara por los indígenas, de quienes generalmente destaca su “estatura, armas, fuerzas y talento”.<br />
<br />
Habla, además, de los “pardos” que son los individuos resultantes de la mezcla de raza entre blancos, indios y negros, diferenciando entre estos a los “mestizos”, que eran hijos de blancos e indios, y los “mulatos” ,que eran hijos de blancos y negros.<br />
<br />
Considera que esta mezcla racial era la constante de la primera generación rioplatense debido a la ausencia de mujeres españolas. Su opinión es favorable en cuanto al mestizaje en el que favorece la raza europea otorgándole un elemento añadido que mejora la raza. Se advierte, de esta forma, una creencia en la diferencia racial como factor decisivo en la fisonomía moral de los pueblos.<br />
<br />
El tema del campesinado español es tratado por Félix de Azara en forma minuciosa, dando cuenta de sus ritos y costumbres, sus parroquias rurales, su educación, su asistencia médica, sus viviendas. Las valoraciones que hace Azara sobre el campesinado español a veces se tiñen casi de una nostalgia bucólica:<br />
<br />
<i>los españoles campestres, diciendo que me parecen más sencillos y dóciles que los ciudadanos y que no alimentan aquel odio terrible que dije contra la Europa. Sus casas, por lo general, son unos ranchos o chozas desparramadas por los campos, bajas y cubiertas de paja, con las paredes de clavos verticales juntos clavados en tierra, y tapados sus clavos con barro.</i> (197)<br />
<br />
Esto nos recuerda a la egloga I de Virgilio, en el diálogo entre Títiro y Melibeo se puede observar también esta diferencia de carácter y “aquel odio terrible” que menciona Azara. La egloga comienza con las palabras de Melibeo relatando cómo tuvo que abandonar sus tierras debido a la confizcación dada en el proceso de colonización que siguió a la batalla de Filipos y se lamenta de la confusión que hay en la campiña. Las quejas de Melibeo se ven contrarrestadas por las alabanzas de Títiro a la vida campestre y a Augusto, a quien considera como el dios autor de su tranquilidad.<br />
<br />
Por su parte, Azara, hace una división del campesinado en agricultores y estancieros, y destaca que estos no eran unicamente españoles sino “de todas las castas de hombres”, identificando un rasgo que luego sería definitorio en la construcción de la identidad de la población del río de la plata. Asimismo, se detiene en la importancia del caballo en la vida del campesino y elogia su habilidad y conocimiento en relación a estos animales:<br />
<br />
<i>Por supuesto, no tienen otra instrucción que la de montar a caballo, ni sujección ni amor patriótico; y como se ocupan desde la infancia en degollar reses, no ponen el reparo que en Europa en hacer lo mismo con los hombres, y esto con frialdad y sin enfadarse. Son en general muy robustos, se quejan poco o nada en los mayores dolores. Aprecian poco la vida y se embarazan menos por la muerte. nadie se mezcla en disputas agenas ni pendencias, ni arrestan a ningún delincuente. Miran estas cosas fríamente, y aun tienen por maldad descubrir a los reos, y el no ocultarlos y favorecerlos. </i>(201)<br />
<br />
Finalmente, habla acerca de los “gauchos” o “gauderios” diciendo que son reos fugitivos de España o Brasil y que habitan los desiertos. Hace una descripción sumamente gráfica de los mismos y su opinión es, sin lugar a dudas, sesgada:<br />
<br />
<i>Su desnudez, su barba larga, su cabello nunca peinado y la oscuridad y porquería de semblante, les hacen espantosos a la vista. Por ningún motivo quieren servir a nadie, y sobre ser ladrones, roban tambien mujeres. Las llevan a los bosques y viven con ellas en una choza, alimentandose de vacas silvestres. Cuando tiene alguna necesidad o capricho el gaucho, roba algunos caballos o vacas, las lleva y las vende en el Brasil, de donde trae lo que le hace falta. </i>(203)<br />
<br />
<script type="text/javascript"><!--
google_ad_client = "ca-pub-0147044322744543";
/* medium */
google_ad_slot = "4019346353";
google_ad_width = 300;
google_ad_height = 250;
//-->
</script><br />
<script type="text/javascript"
src="http://pagead2.googlesyndication.com/pagead/show_ads.js">
</script>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/12671229840971481042noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-22921378.post-48720144785970529422012-06-27T08:59:00.000-07:002012-08-10T23:23:28.317-07:00Latín Vulgar<b id="internal-source-marker_0.1332050773780793" style="font-weight: normal;"></b><br />
<div dir="ltr" style="margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;"><b id="internal-source-marker_0.1332050773780793" style="font-weight: normal;"><span style="background-color: transparent; font-family: Arial; font-size: 15px; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Quienes me conocen saben que no soy hombre de anécdotas, y mucho menos de exageración. Pero sucesos tan singulares como los ocurridos en aquella construcción de Santa Fe y Anchorena merecen, al menos, inclusión en algún tratado de psiquiatría de esos que se escriben solos y que llevan en la tapa la foto de algún pobre infeliz que está más loco que sus pacientes.</span></b></div><b id="internal-source-marker_0.1332050773780793" style="font-weight: normal;"><span style="background-color: transparent; font-family: Arial; font-size: 15px; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"></span><br />
</b> <br />
<div dir="ltr" style="margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;"><b id="internal-source-marker_0.1332050773780793" style="font-weight: normal;"><span style="background-color: transparent; font-family: Arial; font-size: 15px; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Hubiera pasado desapercibido el hecho si no hubiera escuchado, en exquisito latín, el exordio de un ilustre discurso de un aún más ilustre orador. No poca fue mi sorpresa al percatarme que dicho periodo había sido pronunciado por un obrero de la construcción aledaña. El silencio fue ensordecedor entre los trabajadores que ya se habían reunido en torno al improvisado orador cual Júpiter Estátor en la Curia Hostilia. De un momento a otro la solemnidad del cuadro se tornó en algo primariamente dramático, una función íntima y privada: una comedia de tipos. Un arlequín sucio e improvisado apareció en escena al tiempo que un voluntarioso Pierrot intentaba sostener las columnas con papel impreso, tal como mostraba el plano (no en vano le apodaban </span><span style="background-color: transparent; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: italic; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Pierrot Le Fou</span><span style="background-color: transparent; font-family: Arial; font-size: 15px; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">). Tímidamente se le aproximó una desdibujada Colombina, de esas propias del teatro isabelino: rostro recio, nariz aguileña, labios enjutos y andar quijano. En una suave y dulce voz de bajo profundo le reprocha a Pierrot su impertinencia y lo derriba de una caricia en los escombros cercanos (que el confuso arquitecto no puede ubicar en su plano y acusa al desentendido Arlequín de haberlos borrado mientras no lo veía). Un pantaleón estupefacto observaba atónito estos sucesos increíbles adivinándose, quizás, víctima de la Historia. Se mantenía al margen, oscuro y contemplativo. Sin palabra, sin juicio, sin indicio de protagonismo. </span><span style="font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: italic; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Quo usque tandem abutere, Pedrolino, patientia nostra?</span><span style="font-family: Arial; font-size: 15px; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> Un aturdido Pierrot se reincorpora, mira vacilante a sus alrededores sin identificar a su interlocutor, gira sobre sí mismo colisionando con el rostro de una dócil Colombina, que, a tales inminencias, se parecía enormemente a una morsa embalsamada y la saluda con un alarido de pavor. Acto seguido, la afable “dama” responde el saludo con un cariñoso mimo que deja a Pierrot semi-agonizante en medio de Plaza Francia. </span><span style="font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: italic; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">O tempora, o mores!</span></b></div><span id="internal-source-marker_0.1332050773780793"> <span style="background-color: transparent; font-weight: normal;"><b><span style="background-color: transparent; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: italic; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"></span></b></span></span><br />
<div dir="ltr" style="margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;"><div style="font-weight: bold;"><span id="internal-source-marker_0.1332050773780793"><span style="background-color: transparent; font-family: Arial; font-size: 15px; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">El orador continuó su discurso. Reflexioné unos instantes. Había adivinado el argumento. Opté por retirarme debido a que tales desvaríos suelen terminar con un “¡Juro que he salvado a la Patria!”...</span></span></div><div style="font-weight: bold;"><span id="internal-source-marker_0.1332050773780793"><span style="background-color: transparent; font-family: Arial; font-size: 15px; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br />
<script type="text/javascript"><!--
google_ad_client = "ca-pub-0147044322744543";
/* medium */
google_ad_slot = "4019346353";
google_ad_width = 300;
google_ad_height = 250;
//-->
</script><br />
<script src="http://pagead2.googlesyndication.com/pagead/show_ads.js" type="text/javascript">
</script></span></span></div></div>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/12671229840971481042noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-22921378.post-50452980934456138492009-06-13T18:23:00.000-07:002009-06-13T18:26:44.272-07:00Un análisis del poema de mío Çid<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.isftic.mepsyd.es/w3/eos/MaterialesEducativos/mem/aventlitera/recursos/ilustraciones/cantar.gif"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 283px; height: 384px;" src="http://www.isftic.mepsyd.es/w3/eos/MaterialesEducativos/mem/aventlitera/recursos/ilustraciones/cantar.gif" alt="" border="0" /></a>
<span property="dc:content">La poesía épica, ya sea de carácter oral o escrito en su origen, ha tenido como uno de sus ejes fundamentales el tema de la pérdida del honor del héroe y su recuperación (y es en muchos casos el componente que otorga unidad estructural al poema).
Iliada comienza con una invocación a la musa para cantar la cólera de Aquiles que ha sido deshonrado por Agamenón. Al igual que en el poema del Cid, el conflicto es causado por bienes materiales, lo que establece una relación del siguiente tipo: “Honra = Riquezas”. Es notable, además, que el tema de las dos obras sea esencialmente bélico y ambas se articulen en un esquema de “honor y venganza”. En Odisea, en cambio, el conflicto se desencadena por el sacrificio de las vacas del Sol, aunque es substancial el hecho de que los pretendientes de Penélope deshonren a Odiseo al tomar posesión de su morada y usufructuar sus riquezas. Nuevamente se encuentra la misma equiparación entre honor y fortuna.
En el cúmulo de valores reconocibles en el poema de mío Cid es patente el hecho de que el honor no se hereda sino que “se hace” con las manos. Esto representa un contraste entre la riqueza poseída por la vieja nobleza cortesana consistente en bienes inmuebles obtenidos por herencia y la nueva forma de riqueza medida en “haberes monedados” consecuencia del aumento en el uso de la moneda desde 1140.
El tema de la honra es, además, de capital importancia en el desarrollo de la línea argumental del poema en el sentido que marca una progresión en la consideración social del héroe desde la pérdida del favor real hasta su recuperación. Y es precisamente este sentido del honor el que hace sublimar el poema en la venganza, que se obtiene ateniéndose a los procedimientos legales e implica una redefinición del concepto de héroe.
El héroe clásico es la personificación de la hazaña. La arethé heroica no acepta nada contradictorio a su misma naturaleza, aunque es, asimismo, la responsable del destino trágico que el héroe debe aceptar con apatía encomiable ante su soledad existencial; destino que no admite por su dimensión indómita sino por su inexorabilidad. Al decir de Horacio: <em>“si figit adamantinos summis uerticibus dira Necessitas clauos, non animum metu, non mortis laqueis expedies caput”</em> <b>1</b>. Esto constituye la expresión última del acontecer heroico, e impone un imperativo categórico que por su misma naturaleza es esencialmente trágico.
Ruy Díaz, en cambio, reniega de ese “Lasciate ogni speranza” y se instaura no en un determinismo sino en el marco de una legalidad, lo que no sólo justifica su accionar sino que lo lleva de la individualidad/soledad del héroe clásico a la conciencia de una realidad social definida contractualmente. Esta realidad se configura en torno al Cid siguiendo un esquema patriarcal en el que el Cid es presentado como el modelo de padre, que a su vez se desdobla en planos distintos: material y espiritual. Es precisamente el segundo de éstos el que marca la diferencia fundamental con el héroe grecorromano, esto es: el Cid no debe someterse a caprichos de dioses celosos sino que tiene la divinidad de su lado en todo momento. Su carácter de padre, además, está marcado por las cualidades deseables en tal figura: la prudencia, la fortaleza y, principalmente, la mesura como signo definitorio de su identidad patriarcal que guía su actuar todo, de palabra y de obra: “Fablo myo Çid bien t tan meſurado” (v. 7), “Dixo myo Çid: -comed, conde, algo, caſi non comedes, non veredes chriſtianos; e ſi uos comieredes don yo ſea pagado, avos t dos fijos dalgo quitar uos he los cuerpos t daruos e de mano. Quando eſto oyo el conde yas yua alegrando: - Si lo fizieredes, Çid, lo que auedes fablado, tanto quanto yo biua ſere dent marauillado” (vv. 1033-1040)
El carácter patriarcal que se muestra en el Çid a lo largo de la obra obedece a un riguroso esquema social enmarcado en una tipología organicista. El cambio de la división social cristiana de <em>liberi</em> y <em>servi</em> a <em>milites</em> y <em>rustici</em> a lo largo del siglo X resultó significativo en tanto que constituye el pasaje desde una separación institucional normativa a una funcional descriptiva. El cuadro de relaciones que se establece alrededor la figura del guerrero a caballo, con un equipo militar de alto costo y jerarquías vasalláticas determinadas, es testimonio de la creciente oquedad socioeconómica existente en cada uno de los parámetros de la relación funcional.
El Çid se convertirá ya no en un <em>miles glorius</em> sino <em>fortis et sapiens</em>, esto es, en el modelo sobresaliente del caballero medieval, el cual ensalza abiertamente su condición de vasallo. La sociedad narrada en el Poema es una sociedad abiertamente legalizada y, según María Eugenia Lacarra, los grupos sociales constituyen “clases jurídicas, y la armonía social está basada en el cumplimiento de la ley” (Lacarra 1980, 96). Esto implica una cierta estaticidad de las relaciones jerárquicas, determinadas <em>ad honorem</em>.
Los vínculos que mantiene el Çid con el Rey y con sus mesnadas son asimétricos, no tanto en la inversión del binomio planteado por el sistema de vasallaje sino en el carácter de las partes de la relación contractual planteado en el verso 20. Por esta razón no se observa en el poema la organización planteada por la teoría descendente, motivo de diversas elucubraciones teóricas desde San Agustín (Siglo V) a Santo Tomás(Siglo XIII), salvo en el episodio del castigo impartido a quien desobedezca la orden real de no recibir al Çid ni comerciar con él en el plazo de nueve días que se le da para abandonar el reino de Castilla. El ejemplo más claro, en relación con el verso 20, que testimonia la complejidad de las relaciones vasalláticas en torno a la figura del Çid se encuentra en el verso 850: “Myo Çid Ruy Diaz a Alcolçer es venido; que bien pago a ſus vaſſalos miſmos! A caballeros t a peones fechos los ha ricos, en todos los ſos non fallariedes vn meſquino. Qui a buen ſeñor ſirue, ſiempre biue en deliçio” (vv 846 – 850).
Las relaciones sociales, entonces, se dan en forma bidireccional tanto horizontalmente como verticalmente. En el plano horizontal es destacable la relación entre los distintos sectores de la nobleza. Éstos conforman estratos diferenciados cualitativamente en razón de su fundamento nobiliario y entablan relaciones verticales<b>2</b> con cualquiera que no sea miembro de su grupo.
Relacionada con la problemática social que se presenta en el poema se evidencia una problemática familiar en la que adquiere singular importancia la figura de la mujer, que adquiere relevancia tanto en representar la voz y pensamiento del auditorio (como el caso de la oración de Jimena) como, de mayor trascendencia, en conceder al poema su principal conflicto dramático (como en el caso de la afrenta de Corpes). En el plano social, la figura de la mujer es importante en tanto que en el casamiento representa un modo de ascenso social (la boda de las hijas del Çid con los infantes de Navarra y Aragón).
Es precisamente en estos casos donde se evidencia la importancia de la mujer donde el juglar <em>summae cum poeticae licentiae</em> presenta episodios netamente ficcionales, con una finalidad funcional en muchos casos.
Según Indica Leo Spitzer , “la larga oración de Jimena, que no creo, con Menéndez Pidal, sea imitación de oraciones semejantes de las <em>chansos de geste</em>, sino una derivación paralela de viejas oraciones mágicas cristianas que subsisten en la <em>Commendatio animae</em> de la Misa de Réquiem. Esa oración pronunciada antes del destierro es, no sólo el grito del alma que la mujer del agraviado se arranca del pecho, sino la voz del público que implora a la Providencia por el bien del héroe y que recibe contestación del cielo en forma de palabras consoladoras del ángel” (Spitzer, 1980: 16).
Otro episodio ficcional es el de la afrenta de Corpes. Este episodio cumple la función de disparador del momento de mayor sentido trágico del poema: el héroe que se había mantenido parsimonioso y sensato desgarra ahora su alma produciendo una <em>anagnorisis</em> en el espectador, y este momento de sumo dolor no se resuelve en una <em>Hybris</em>sino en una <em>diké</em>. Pero esto es absolutamente necesario, ya que, al decir de Esquilo: <em>“aneu de lypes oudamou katastrophe</em>”<b>3</b>.
Algunas de las secuencias ficcionales son puramente cómicas, aunque el juglar se muestra en extremo mensurado al tratar la comicidad, sin caer en el grotesco. Estos caracteres muchas veces están apenas apuntados en el poema.
Probablemente la secuencia donde se desarrolla con mayores pormenores la comicidad del poema sea en el episodio de Raquel y Vidas, que ya desde el nombre de sus personajes (nunca tomados por separado) el juglar los llama (irónicamente) a la manera de una razón social. En esta estratagema se ve el uso de una fina ironía y una marcada teatralidad en las digresiones que constituyen los apartes de los judíos, cuyo tratamiento es de una “técnica casi picaresca” (Rodríguez-Puértolas, 1972: 175). Otro episodio ficcional donde se muestra la comicidad es en la secuencia del león, aunque en este caso es absolutamente necesario a los fines poéticos ya que constituye el motivo de la ira de los infantes de Carrión y la consecuente afrenta de Corpes.
Notas
1.- Horacio, Carmina III, 24: vv 5 – 8.
2.- Dado un sistema de relaciones sociales S se denominará relación horizontal a la función especificada por el par ordenado (a,b) tal que ambos pertenecen al mismo subconjunto de S, a y b son equidistantes a a1 y b1 respectivamente y ambas funciones guardan una relación de paralelismo estricto. Asimismo, se llamará relación vertical a toda función definida por el par ordenado (x,y) tal que tg Q1 = -1 / tg Q2, es decir, tal que (y – y1/x – x2) = -1 / (b – b1/a – a2) para cualquier a, b, x e y.
3.- Esquilo, Suplicantes 442.
Bibliografía
Catalán, Diego. (1980) “Economía y política en el Cantar de Mío Cid” en Rico, F. HCLE I, Barcelona: Crítica..
González, Aurelio. (2003) “El modelo del caballero:de la épica al Romancero” en Literatura y conocimiento Medieval. Actas de las VIII Jornadas Medievales, Universidad Nacional Autónoma. México: Medievalia.
López de Estrada, Francisco. (1982) Panorama crítico sobre el Poema de Mío Cid. Madrid: Castalia.
Menéndez Pidal, Ramón. (1956) Edición Paleográfica del Cantar de Mío Cid. Madrid: Espasa Calpe.
Rico, Francisco. (1980) Historia y crítica de la literatura española I. Barcelona: Crítica.
Rodríguez-Puértolas, Julio. (1972) “Un aspecto olvidado en el realismo del Poema de Mío Cid” en De la Edad Media a la Edad conflictiva. Madrid: Gredos.
Spitzer, Leo. (1980) “Sobre el carácter histórico del Cantar de Mío Cid” en Estilo y estructura en la literatura española. Barcelona: Crítica.</span>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/12671229840971481042noreply@blogger.com12tag:blogger.com,1999:blog-22921378.post-30988554052240757792009-02-21T15:52:00.000-08:002009-02-21T16:10:20.979-08:00Forgive me not<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj3A819yamS-TvXSzv8mEUbBE9Ge1Iwn7KM7W5LXN46QYVsV3t5hmqV4dsUQBF5uQr5RhlH2hjTMEJtO48B4kHwYgcMgdJKGhvwtIv3RqHi0SFS_GzZg5r8RwjaNgRDKCHU-Vue/s1600-h/1473289364_d4da7ef223.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 286px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj3A819yamS-TvXSzv8mEUbBE9Ge1Iwn7KM7W5LXN46QYVsV3t5hmqV4dsUQBF5uQr5RhlH2hjTMEJtO48B4kHwYgcMgdJKGhvwtIv3RqHi0SFS_GzZg5r8RwjaNgRDKCHU-Vue/s400/1473289364_d4da7ef223.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5305407337262623778" /></a>
Forgive me not<div><div>unlikely, still,</div><div>as it may seem</div><div>an endless plot</div><div>
</div><div>I was aware</div><div>of destiny</div><div>embrassing me</div><div>becoming clear</div><div>
</div><div>Forget me not</div><div>though I have failed</div><div>I lost my trail</div><div>betrayed my thought</div><div>
</div><div>That's what I sought</div><div>without remorse</div><div>regret or worse</div><div>Forgive me not</div></div>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/12671229840971481042noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-22921378.post-67646325116360689292008-04-04T16:07:00.000-07:002008-04-04T16:17:48.152-07:00La culpa<a href="http://www.connieimboden.com/front/front-image.jpg"><img style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand" alt="" src="http://www.connieimboden.com/front/front-image.jpg" border="0" /></a>
<div align="left">“Es probable que tales deformaciones se hagan cada vez más frecuentes”
Ferdinad de Saussure
La habitación estaba prácticamente vacía. Las paredes aparecían gastadas y quebradizas, marcadas con la sangre de todos los que habían estado allí antes que S. Las rejas de la ventana que daba al patio de la penitenciaría estaban limadas pero todavía permanecían firmes. Repentinamente los fríos barrotes de la celda se abrieron y entro un oficial a entregar una carta a S. Le hirió los ojos con una linterna de gran potencia en la mitad de la noche. Dejó la carta en el suelo y se alejó con una muda sonrisa. S se quedó solo, momentáneamente ciego y afiebrado. Sabía que la carta contenía el día y la hora de su muerte. Trató de recordar tiempos más felices, antes del asesinato, cuando todavía tenía aquello que se llama familia. Los recuerdos venían en espejos o en lluvias de cristales, no del todo convincentes; opacos e incompletos, como cuando se intenta recomponer una imagen difícilmente reconocible por medio de las virtudes de la memoria. Familia, hogar y trabajo: simples distracciones con las que el tiempo pasa más rápido (como un libro o un mazo de cartas).
En realidad lo que ha S le molestaba era no poder recordar al hombre al que había matado (le habían dicho su nombre pero no podía asociarlo a ninguna de las personas que conocía). Había atribuido esto a una posible sobredosis de alcohol, cosa que poco importaba en materia judicial. El juez había ordenado que se lo encerrara en una celda para discutir la pertinencia de la aplicación de pena capital. Finalmente había llegado la respuesta: debía morir a primera hora de la mañana.
Esa noche pidió su última cena, como era la costumbre. No le llevaron nada en lo absoluto. En efecto, ¿quién podría acatar la voluntad de un hombre al que ya se le puede considerar muerto? Quizás se lo merecía, quizás no. En realidad no existe tal estado como “ser merecedor de algo”. Lo cierto es (en alguna forma también lo inesperado) que esperaba tranquilamente en las horas más largas de su vida. La noche no se hacía menos densa con el paso del tiempo, sombras indistintas jugaban descuidada y rítmicamente entre cúmulos dispersos, un puñado de estrellas brillaban desganadas sobre el velo constelado. ¿Pero realmente tiene alguna utilidad? Si el mundo no se terminara en unas horas ¿Qué habría? Solamente tiempo. Simplemente, y quizás inútilmente, tiempo.
S continuaba recostado, tenía una palidez cadavérica. Los minutos llovían copiosamente y a una velocidad asombrosa. De súbito las primeras luces del alba desgarraron la tormenta de sombras. Un abrupto y arrasador silencio prorrumpió groseramente en las celdas venidas a menos. Unos pasos apocalípticos despedazaban poco a poco el mudo sonido de la soledad. S se incorporó de repente, absurdamente intranquilo. La puerta de la celda se abrió con cierta apatía, una figura uniformada traspasó el umbral y le fijó las esposas con decidida somnolencia.
Caminaron varias millas cansadas por la brisa de la rutina, y llegaron a un lugar apartado: un edificio minúsculo y deteriorado que apenas se mantenía para propósitos gubernamentales. Entraron discretamente, para no interrumpir. Había muchas personas alrededor de la sala: jueces, abogados, familiares, amigos y los indiscretos de turno. Aparentemente, nadie quería perderse la función. El cuadro era curioso en verdad: había niños jugando y mozos sirviendo aperitivos en su propia ejecución. S estaba disminuido por la incertidumbre. Se limitó a observar el desarrollo del evento, pasivamente.
Un mozo lo condujo a la silla eléctrica y lo aseguro cortésmente. De súbito, las conversaciones se extinguieron. Todos miraban ahora a S llenos de expectación. El juez que lo condenó se convirtió asimismo en victimario. S vibraba violentamente mientras las ondas salían de su cuerpo en torrentes sangrientos. La habitación se llenó de aplausos, júbilo y gritos de los niños. La corriente era tan violenta que la cabeza de S se desprendió y rodó como un ovillo de abatimiento hasta los pies del verdugo. Lo miraba con un aire desconcertado y quizás suplicante. La electricidad cesó y la concurrencia se dispersó enteramente complacida.
El día transcurrió normalmente en el juzgado número 3 del distrito de Brümment. El juez recibió un telegrama del agente encargado del caso S. Éste le comunicaba que finalmente habían podido atrapar al verdadero asesino y que el imputado anterior debía ser liberado. El juez parecía divertido con la ironía mientras archivaba el expediente de S en la sección de “errores judiciales”.</div>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/12671229840971481042noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-22921378.post-78040787469049266932007-04-19T21:07:00.000-07:002007-04-19T21:23:17.018-07:00Horatius, Liber II - Carmen IMotum ex Metello consule civicum
bellique causas et vitia et modos
ludumque Fortunae gravisque
principum amicitias et arma
nondum expiatis uncta cruoribus,
periculosae plenum opus aleae,
tractas et incedis per ignis
suppositos cineri doloso.
paulum severae musa tragoediae
desit theatris: mox ubi publicas
res ordinaris, grande munus
Cecropio repetes cothurno,
insigne maestis praesidium reis
et consulenti, Pollio, curiae,
cui laurus aeternos honores
Delmatico peperit triumpho.
iam nunc minaci murmure cornuum
perstringis auris, iam litui strepunt,
iam fulgor armorum fugacis
terret equos equitumque voltus.
audire magnos iam videor duces,
non indecoro pulvere sordidos
et cuncta terrarum subacta
praeter atrocem animum Catonis.
Iuno et deorum quisquis amicior
Afris inulta cesserat inpotens
tellure victorum nepotes
rettulit inferias Iugurthae.
quis non Latino sanguine pinguior
campus sepulcris inpia proelia
testatur auditumque Medis
Hesperiae sonitum ruinae?
qui gurges aut quae flumina lugubris
ignara belli? quod mare Dauniae
non decoloravere caedes?
quae caret ora cruore nostro?
sed ne relictis, Musa procax, iocis
Ceae retractes munera neniae,
mecum Dionaeo sub antro
quaere modos leviore plectro.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/12671229840971481042noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-22921378.post-1149566462963542802006-06-05T20:44:00.000-07:002006-06-05T21:01:02.986-07:00Consecuencias semánticas en los lenguajes privados<a href="http://photos1.blogger.com/blogger/2612/2339/1600/0010406.gif"><img style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://photos1.blogger.com/blogger/2612/2339/400/0010406.gif" border="0" /></a>
<div align="justify"><span style="font-size:85%;"><strong>Zweifel kann nur bestehen wo eine Frage besteht; eine Frage nur wo eine Antwort besteht, und diese nur, wo etwas gesagt werden kann.1</strong></span></div><div align="justify">
Muy numerosas han sido las críticas y las defensas que discuten la imposibilidad de un lenguaje privado argumentada entre las secciones 243 y 315 de las Investigaciones Filosóficas2, según este argumento las palabras no pueden significar nunca entidades epistémicamente privadas a las que el sujeto tiene acceso a través de la introspección. En el presente trabajo, en principio, no se toma partido por ninguna de estas posiciones sino que se intenta simplemente considerar la (in)viabilidad del aprendizaje de algún tipo de lenguaje privado.
En primera instancia, es necesario clarificar ciertos requisitos que debe cumplir un lenguaje para ser aprensible (nótese que aprehender y aprender se usarán aquí indistintamente): si decimos que el significado de cada oración se obtiene a partir del análisis de su estructura semántica, determinada por un número finito de rasgos poseídos por la oración, no sólo percibimos qué es aquello que se aprende sino también como una producción lingüística infinita puede lograrse mediante un número restringido de actos de aprendizaje. Por consiguiente, todo lenguaje carente de esta propiedad es inaprensible pues producirá cierto número de expresiones que no pueden ser comprendidas dado que sus significados no están dominados por reglas. En segundo lugar, un lenguaje aprensible posee una cifra limitada de primitivos semánticos, es decir, de expresiones tales que no se determine una clase de proposiciones significantes sino exclusivamente a partir de sus propiedades formales distintivas.
Después de esta breve exposición se pueden examinar las características de un lenguaje privado. Éste se caracteriza porque sus elementos significativos son unidades epistémicamente privadas. Esta concepción del lenguaje como un idiolecto personal de un sujeto en un momento dado fue una constante en las distintas variantes del mentalismo. Desde un punto de vista representacionalista, uno conoce sus propias vivencias, como por ejemplo que sufre dolor de muelas, inductivamente realiza la inferencia de que dichas vivencias se generan por diversas circunstancias externas, y finalmente concluye que las mismas circunstancias producirán en otras personas resultados análogos. Sin embargo esto no explica cómo se elaboran las hipótesis sobre las vivencias de los demás, pues éstas no se conocen directamente sino que lo que en realidad se conoce son consecuencias observables de las mismas, es decir, la articulación en el lenguaje de la expresión dolor del otro, entre otras cosas. En otras palabras, “Si, por definición, Z se aplica a O en circunstancias X, esto, para el mentalista, significa que el que se dé X es condición necesaria y suficiente para que Z se aplique a O; después de todo, las circunstancias en cuestión han de poder ser especificadas con precisión mediante las ideas. Para Wittgenstein eso sólo significa que existe una disposición a aplicar Z a un objeto O en circunstancias externas X. Las disposiciones, sin embargo, se realizan sólo cuando las circunstancias son normales, o, como suele decirse, caeteris paribus. Por lo tanto, puede ser que se dé X en la presencia de un objeto O, y éste no sea en realidad Z, y puede ser que un objeto sea Z sin que se dé X. Pero si todo parece normal, se da X, e insistimos en que O no es Z, tenemos la obligación de indicar qué no es normal. X, en este caso, es lo Wittgenstein llama un criterio para Z: está asociado con la aplicación de Z, pero no es condición necesaria ni suficiente de su aplicación”3.
Wittgenstein nos pregunta si podemos imaginar un lenguaje en el que una persona pudiera consignar o dar expresión vocal a sus experiencias internas para su uso privado de modo que las palabras se refirieran a lo que sólo pueda ser conocido por esa persona, sus sensaciones privadas inmediatas, y otra persona no pudiera comprenderlo. Frege, por su parte, insiste en que no se le puede prohibir a nadie que utilice un signo cualquiera creado arbitrariamente para designar un objeto. Las oraciones de la forma a = a y a = b son evidentemente cláusulas de diferente valor cognitivo y, según Kant, la primera forma tiene un valor a priori por lo cual debe ser considerada analítica, mientras que las oraciones de la forma a = b tienen diversas implicaciones por lo cual no siempre pueden ser calificadas de analíticas. Es más, si consideráramos la igualdad como una relación entre aquello que los nombres “a” y “b” denotan entonces tendríamos que aceptar que a = b no puede diferir de a = a, siempre que a = b sea verdadera. En tal caso, las oraciones de la forma a = b ya no se referirán a los objetos que denotan sino a nuestro modo de nombrarlos, por lo cual, no se expresaría un conocimiento realmente válido4.
Esto plantea ciertos inconvenientes pues la definición ostensiva privada “esto se llama S<s>”<span style="font-family:arial;">no puede otorgar un sentido a “S” y, por consiguiente, tampoco una denotación porque “un conocimiento completo de la denotación requeriría que fuésemos capaces de decir de inmediato si un sentido dado le pertenece”5.</span></s></div><div align="justify"><s><span style="font-family:arial;">Si imaginamos que un hablante de un lenguaje privado ha efectuado tal definición y luego que experimenta una sensación posterior, que califica de “S” también, le preguntamos acerca del significado del término entonces nos podemos enfrentar a tres tipos de respuestas. La primera consistiría en decir “por </span><s><span style="font-family:arial;">entiendo esto” señalando con un gesto una sensación común, de lo cual se desprende que “Esto es </span><s><span style="font-family:arial;">” no es un enunciado real puesto que la significación del predicado está delimitada por la referencia del sujeto. Un segunda respuesta podría ser el recurrir a un ejemplo del recuerdo privado de un caso de “S”. Entonces, S significaría cualquier recuerdo que surja en relación con “S” y, por lo tanto, su definición estará basada en una creencia que involucra una relación en términos de isomorfismo intensional6 entre el hablante y la oración por lo que se hace inaccesible al análisis lógico. Una tercera respuesta sería mencionar el correlato público del término privado. Aquí S es un functor7 que tiene un uso genuino y puede correlacionar personas y proposiciones con valores veritativos. Sin embargo, el término privado S se volvería público porque formaría parte de un juego de lenguaje determinado en el que cada símbolo de tipo R está asociado con un dominio constituido por el conjunto de valores posibles de una variable de tipo R.
En conclusión, un lenguaje privado no es aprensible puesto que no se puede especificar de un modo efectivo, dependiendo únicamente de consideraciones formales, el significado de cada oración. No obstante, si se poseyera un lenguaje privado notacionalmente superior al lenguaje ordinario8 sería posible disociar el sentido y la denotación de S de modo tal que si S se usa en una fórmula bien formada carente de variables libres y todos los subíndices en todos los índices de tipo estuvieran incrementados en 1 entonces la fórmula bien formada denotaría el sentido de la primera y así ad infinitum. Sin embargo, debido a que en relación con cualquier nivel dado las expresiones de nivel inferior son semánticamente primitivas tal lenguaje es inaprensible.</span></div></s></s></s><div align="justify">
<strong>Notas</strong> </div><div align="justify">
Tractatus Logico-Philosophicus: 6.51- Una duda sólo puede existir donde hay una pregunta; una pregunta sólo donde hay una respuesta; y ésta sólo, donde algo puede ser dicho.
2 Entre los defensores se encuentran los teóricos de la intención comunicativa (Grice, Austin), que indican que los significados, la referencia, las palabras y el lenguaje mismo se abstraen del medio y las transacciones sociales que les dan el contenido que tienen. El argumento de Wittgenstein se censura generalmente por verificacionista: cf., por ejemplo, el libro de McGinn. Para otras críticas cf. especialmente Fodor (1975): “el estímulo proximal” es una representación proximal del estimulo distal, y la “respuesta proximal” representa un acto manifiesto. Pero la representación presupone un medio de representación, y no hay simbolización si no hay símbolos. En concreto, no existe representación interna sin lenguaje interno”.
3 García Carpintero (1996), Página 403.
4 Para Wittgenstein el único conocimiento válido es aquél que no está exento de la duda.
5 Frege (1892), página 5.
6 No debe entenderse aquí el término isomorfismo como la relación unívoca entre significante y significado sino en relación con el problema del vínculo entre lenguaje y realidad. Esta noción parte de la posibilidad de representar una entidad por medios distintos de la reproducción de esa entidad pero que también permitan establecer una correspondencia entre cada uno de los elementos de la representación y cada uno de los elementos de la entidad.
7 La referencia de un enunciado es, según Frege, un valor veritativo. Así, la referencia del predicado en un enunciado como Z(t) sería una función que asignaría, a cada objeto referido por cualquier término que pueda ocupar el lugar de “t”, el valor veritativo del enunciado resultante.
8 Es decir, un lenguaje construido artificialmente en el que el sentido de cada expresión está determinado sin ambigüedad por su forma tal que: pueda darse una lista de todos los signos que forman sus expresiones, sus oraciones se distingan del resto de las expresiones por sus características estructurales, pueda darse una lista de sus axiomas u oraciones primitivas y contenga una serie de reglas de inferencia que permita transformar unas oraciones en otras. Además sus oraciones deberán ser “oraciones verdaderas” de acuerdo con la convención T, por lo cual deberá tener como consecuencias todas las oraciones que resulten de sustituir “x” por el nombre de cualquier oración del lenguaje objeto y “p” por la expresión del metalenguaje que traduce la expresión nombrada por “x” en el esquema “x es una oración verdadera sí y sólo sí p” y la oración “para todo x, si x es una oración verdadera, entonces x es una oración”. </div><div align="justify">
Bibliografía </div><div align="justify">
Ayer, A. J. (1986): Wittgenstein. Barcelona: Crítica.
Davidson, Donald (1984): Inquiries into Truth and Interpretation. Oxford: Claredon Press.
Fodor, Jerry (1975): The Language of Thought. New York: Harper & Row Publishers.
Frege, Gottlob (1892): “Über Sinns und Bedeutung”. En G. Frege: Escritos sobre semántica.
Frege, Gottlob (1971): Escritos sobre semántica. Barcelona: Ariel.
García-Carpintero, Manuel (1996): Las palabras, las ideas y las cosas. Barcelona: Ariel.
Hartnack, Justus (1972): Wittgenstein y la filosofía contemporánea. Barcelona: Ariel.
Hernández Iglesias, Manuel (1990): La semántica de Davidson. Madrid: Visor.
Kenny, Anthony (1984): Wittgenstein. Madrid: Alianza.
Martyninck, Claudio (1997): Wittgensteinianas: filosofía, arte y política. Buenos Aires: Biblos.
McGinn, Colin (1984): Wittgenstein on Meaning. Oxford: Basil Blackwell.
McGuinness, Brian (1991): Wittgenstein: El joven Ludwig (1889-1921). Madrid: Alianza.
Pears, David (1973): Wittgestein. Barcelona: Grijalbo.
Wittgenstein, Ludwig (1987): Tractatus Logico-Philosophicus. Madrid: Alianza.
Wittgenstein, Ludwig (1958): Philosophical Investigations. Oxford: Basil Blackwell. </div>
<s><s><s></s></s></s>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/12671229840971481042noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-22921378.post-1141180030356698802006-02-28T18:10:00.000-08:002006-02-28T18:27:10.376-08:00Games in A minor<a href="http://photos1.blogger.com/blogger/2612/2339/1600/melancholy-Elliott.jpg"><img style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="http://photos1.blogger.com/blogger/2612/2339/320/melancholy-Elliott.jpg" border="0" /></a>
<div align="justify">
<em>Did it matter that she must inevitably cease completely; all this must go on without her; did she resent it; or did it not become consoling to believe that death ended absolutely?
Virginia Woolf
</em>
Isa ya había perdido de vista la casa (¡había perdido de vista tantas cosas!). Caminaba sin rumbo aparente. Ciertas nubes inclementes descargaban alfileres glaciales sobre una ciudad opaca. Jugueteaban impunemente formando figuras oscuras. ¡Cómo si no supieran que está prohibido jugar! Las últimas luces se dispersaban entre cúmulos umbrosos para luego desvanecerse completamente. Isa detuvo su deambular errático, no había razón para continuar. Pensó que tal vez debía acabar ineludiblemente. No importa, todo se olvidaría. <em>I rather dissipate, dilute everything absolutely, faintly but distinctly.</em> Después de todo ésa era la costumbre: fingir fugazmente y con demasiado ardor aquello que no sentimos en lo absoluto, quizás en extremo convencidos de que todo lo sólido se desvanece en el aire, ¿incluso la vida misma? Vio que la última hoja caía del tronco grisáceo que estaba enfrente y se hundía en la nieve, sin vacilación alguna, como aquél que abre los ojos a un destino impostergable. ¿De qué le había servido rehuir el viento y el hielo si la ultimaría el diluvio? Aparentemente la muerte es nuestro más solemne compromiso, no hay razón para evitarlo. Le temblaban las manos. La lluvia se confundía con sus lágrimas. Había algo muy familiar en aquel tronco. Algo inquietante. <em>The dead leaf has fallen with nugatory indolence, necessarily. Isn’t it, after all, the only way to proceed?</em> Le recordaba su propia condición en todas sus formas. Recordó en segundos irracionales cómo fue verdugo de sí misma, absurdamente víctima y victimario. ¡Pero en verdad fue absurdo! La señora Gulick no había pretendido tal desenlace y, sin embargo, nadie dudaría que fue absolutamente inapelable. No, probablemente no había otra salida (y es altamente cuestionable que ésta fuera “una salida”) pero ella se rehusaba a aceptar que no hubiera solución alguna. Fue en ese momento, en ese preciso momento, que el tiempo se detuvo por un instante. Por causas ajenas a todo dominio, por un eterno intervalo de desconcierto. La señora Gulick parecía mirarnos con un inequívoco resentimiento desde aquellos durmientes carmines. ¡Pero en realidad no veía! No, no veía la brutalidad de sus palabras, de sus miradas, de su actitud completa; pero eso no le molestaba, a la señora Hardy nunca le importaron demasiado ese tipo de cosas. Aunque en ese momento algo se rompió dentro de ella. Sí, la señora Hardy no quería que esto ocurriera, aún cuando hubiera dado la impresión contraria. Sin embargo, ya no se podía hacer nada: el tren había llegado a Durham.
El reloj daba las nueve y media. Isa abrió sus ojos y observó los muebles de la habitación. Miraba detenidamente el vacío, como si intentara medirlo con la precisión de un arquitecto. Detuvo su vista en ninguna parte. El día se despertaba con una fría claridad de invierno. Había en el aire una extraña sensación de contingencia. Pensó que quizás sería el mejor día de su vida. En cierto modo, no se equivocó (¿no se equivocó?). <em>So, this is really it? I could have never known. Though, to rend imprisonment, to reach untimely end seems somehow to be blameless, unaccountably releasing...</em> Se levantó. Sus ojos se paralizaron en la espesura del espejo. Observaba con gran intriga y atemorizada, como si por un instante se hubiera encontrado a sí misma. Una leve llovizna comenzaba a bañar las calles cubiertas de nieve, violentamente, igual que el sonido desgarra abruptamente el silencio. No tenía preferencias, inundaba todo completamente. Anne entró en la habitación. No hizo comentarios. Descorrió las cortinas lentamente, casi apática. Y por un momento fue capaz de ver lo que otros no veían, lo que no querían ver, lo que sólo se puede ver con ojos ajenos a toda opinión. Discurría en las tareas de la tarde al tomar aquella frágil tela entre sus manos; ¡qué parecida era, qué parecida a aquella con la que habían enterrado a su madre, aún después de tantos años! Escenas de su infancia vinieron a su mente, cosas que ya no recordaba (en parte porque la señora Hardy se lo había prohibido.). Pero Anne no podía darse ese tipo de lujos, no estaba allí para recordar, debía concentrarse en lo que debía hacer, en lo “único” que debía hacer (según le había aconsejado de su nueva madre.). La lluvia le ocasionaría muchos conflictos. Isa la miraba casi compasivamente, como sólo se puede mirar la lluvia. Como sólo se puede mirar una gota de lluvia, que no se pregunta por qué cae sino que desciende incuestionablemente sin presentar resistencia. <em>No, no. It is not flair, it never was. Right now everything seems to be simple, to be possible. No, how could it be? This is irreclaimable indeed</em>. Anne salió de la habitación y se dirigió a la sala para pedir instrucciones a Mrs Archer.
La puerta principal se abrió repentinamente. Giles Archer entró, colgó su abrigo en el perchero de roble y se detuvo a examinar los anaqueles de la biblioteca y el resto de los muebles de la sala, con gran asombro, como si hubiera sido la primera vez que estaba en ese lugar. ¡No, ya había estado antes! Pero ella no lo recordaba, la señora Hardy no daba importancia a esas cosas, y aun cuando en realidad lo recordara no lo admitiría. No, eso significaba darle la razón a la señora Gulick y eso nunca lo haría, era “cuestión de principios”. Algunos llegaron a pensar incluso que la señora Hardy en realidad apreciaba a la señora Gulick pero no sabía cómo demostrarlo, algo que era, por lo demás, completamente absurdo. No, no era lo que ocurría; probablemente la señora Hardy tenía esta actitud tan ambigua porque en cierto sentido se sentía culpable (¡y efectivamente lo era!). How infinitely condemnable! Giles reparó extrañamente en la cantidad de robles que se sacrificaban día a día para satisfacer las comodidades del hombre. Anne fue a recibirlo con la correspondencia que había llegado. Mr Archer pidió que la dejaran en su estudio y se dirigió hacia la sala donde estaban Mrs Archer e Isa con los cubiertos dispuestos para la hora de la cena. Besó a Lucy y saludó a Isa de la manera usual: relacionando su nombre con algún tipo de fracaso presuntamente histórico. Isa fingió una sonrisa. Nunca supo por qué su padre asociaba el nombre Isabel Archer con los matrimonios fallidos o Anna Karenina con la gente que caía bajo las ruedas de un tren. Algo que, por lo demás, era muy usual en esos días.
Realmente era tan singular como el día de hoy, como cualquiera de los días que fueron y serán el día de hoy. Su sombra esbelta se alzaba cual un obelisco muerto en medio del hielo. Sí, había algo realmente inquietante en aquel tronco que lloraba martirio en cascadas gélidas. Algo inquietantemente bello, que decididamente desdeñaba aniquilarla. Why was it so delicate, so prone to fits of inexplicable remorse? Se arrodilló en el suelo violentado por la lluvia, más bien por cansancio que por temor. El altivo leño evocaba una fogata, como la que se encendía en el hogar de la sala durante las noches de invierno. Era una sensación cálida pero extremadamente distante e inexplicablemente próxima. Mrs Archer se refugiaba junto al fuego con algo que pudiera diluir aquella sensación de interminable rutina, aunque fuera sólo por un instante. Leía una novela acerca de una mujer que iba a dar una fiesta. Hacía comentarios ocasionales. Isa le respondía distraídamente, por mera cortesía. Was there any reason not to? No podía imaginar ningún argumento convincente. Necesitaba encontrar alguna solución antes de que llegara Giles. Sabía que el castigo sería severo. Recordó aquél viaje en tren tan llamativo. Se dirigía hacia Durham con su madre en aquel entonces. Interrumpieron inoportunamente la discusión de dos pasajeros cuando se iban a sentar. La señora Hardy calló inmediatamente, se notaba que no estaba de buen humor. Era una mujer de unos cincuenta años aproximadamente, indudablemente rica. Era del tipo de personas que habían hecho su fortuna extorsionando a aquellos a los que menos se les puede sacar (o, lo que es lo mismo, constituía la regla no la excepción), su estado era realmente lamentable. Y, aunque eran muy diferentes, era evidente que no era la primera vez que se encontraba con la señora Gulick, ya se habían conocido en otra ocasión hace mucho tiempo. Probablemente la señora Gulick había empeñado todo lo que poseía y se había tenido que ver en la forzosa situación de pedir dinero a la señora Hardy en reiteradas ocasiones. Y ahora que llegaba el momento del pago no podía afrontar la deuda. ¡No, no debía!. Había algo más, algo más profundo e innegablemente inconfesable. Evanescente pero ciertamente categórico. Algo que diluía los axiomáticos límites de lo posible.
El ruido de la puerta al cerrarse distrajo a Isa de sus pensamientos. Levantó la mirada y vio que Anne entraba al estudio con la correspondencia. Palideció instantáneamente. Mr Archer había llegado finalmente. Las saludó y luego comento algo sin demasiada importancia sobre los robles. La hora de la cena sería un obstáculo fácil de sortear, simplemente ritual, cada cual conocía su papel de memoria. ¿Pero qué sería de las horas siguientes? Es inútil la pregunta. Sólo hay que vivirlas, soportando inevitablemente todo el peso de la existencia. It cannot wait any longer. I know that it's cursory, I do, and I accept it. I could never endure the curt agony of living.... Isa continuaba con los ojos fijos en el tronco. El hielo le quemaba las manos. Ya no había nadie, nadie que mirara, nadie que contara. La lluvia y el hielo habían ultimado todo rastro de vida.
Giles Archer se incorporó bruscamente, irreflexivamente. Como si hubiera despertado repentina y confusamente a la dura realidad. El fuego del hogar le inundaba los ojos. Miraba airadamente a Isa, con una mezcla indescriptible de amor y odio. I cannot fight any longer. How exhausting can that be! For it was true! I swear it was. But what worth has truth if nobody believes you? No, it's not about truth, it's about power, about convenience. It always was, always, since the very beginning. Lucy hizo un comentario sobre lo extraño que era que la lluvia no hubiese cesado en todo el día y les preguntó si deseaban café. La respuesta fue un mudo silencio. Supo que era el momento exacto en que debía retirarse y abandonó la sala inmediatamente, conocía demasiado bien a Giles como para quedarse. ¡Pero en verdad la lluvia no había parado! Y cuando llegaran a Durham probablemente no encontrarían una hostería donde pasar la noche. La señora Hardy miraba el paisaje, el silencio era demasiado incómodo. De pronto la señora Gulick comenzó a llorar desconsoladamente, como un scherzo en La Menor, con cierto aire de artificiosidad y un ligero automatismo pero con una melancólica frescura de vida malgastada. La señora Hardy la estudiaba con disimulada repugnancia. No era la primera vez que la veía llorar, aparentemente hacía mucho tiempo que conocía esta lamentable condición de la señora Gulick. No, no era la primera vez. Disfrutaba cada lágrima con renovada expectativa, con cierta sensación de estratega. Era un juego realmente perverso y viciado, como lo son todos. ¿Acaso no sabría que está prohibido jugar? Definitivamente, no lo sabía.
El tiempo se detuvo por un instante. Isa miraba a Giles temerosa. Quiso articular un grupo de palabras inconexas mas se las arrebató de la boca el sonoro golpe que le cruzó la cara. No, no era sólo eso. ¡En realidad no había palabras para decirlo! Tales palabras no existían. Rompió en llanto, un diluvio de aflicciones confusas inundó sus ojos, olas asfixiadas por sórdidos reclamos y falta de carácter. Se alejó de la casa como se lo ordenaron, con el plenilunio como testigo inexcusable de sus pasos. En efecto, era culpable. Era culpable de pensar demasiado, de callar demasiado, de sentir demasiado. Probablemente, también de vivir demasiado. No, I can't believe this! Have they not distinguished the inimical boundaries of verity and inopportune folly? No, it was more than that: it was pure evil... Pero continuaba absorta en medio del hielo, terriblemente inerte. Miraba el árbol severo y melancólico con una fatal actitud de confidente. Se levantó, resuelta en la indolencia más extrema.
Sí, se levantó de su asiento irremediablemente determinada; no podía soportar las exigencias de la señora Hardy por más tiempo. No, no podía. Miró a Isa con una compasión clarividente, inexplicable. Sus miradas se encontraron en la oscuridad más profunda, en la conclusión última The air is filled with an unsettling persistence, inconveniently. ¿Pero acaso le importaba su inevitable desenlace? No, La señora Gulick no era del tipo de las que se cuestionan sino de las que actúan sin premeditación alguna, por alguna clase de inclinación natural. For it was on that day, on that single day that her destiny, her whole life, inexplicably seemed to be measured away. Pensó en su hija: lo habría soportado todo por ella, todo. Pero ahora ya no estaba y la señora Hardy era la culpable de ello. ¿De que valían ya sus esfuerzos? Su alma se había secado como la hoja póstuma que cae de un madero helado: sin asombro, sin vida. That is the most unsullied evidence of human condition... Realmente era el final. No pensó en palabras vanas que fueran recordadas tal vez como prueba vulgar insensatez. Ciertamente se equivocó quien dijo que de las familias infelices cada una es infeliz en su propia manera especial. Simplemente son infelices, la forma en que lo sean nunca supera los límites de lo patético. La señora Gulick lo sabía y lo había vivido en carne propia. No, no dijo palabras vanas. Solamente saltó, sin importarle siquiera. Isa nunca habría creído que la muerte de Anna Karenina hubiera sido tan fugaz, tan indescriptiblemente imperceptible. Alcanzó a divisar el cuerpo ensangrentado, terriblemente inerte, estacionado en durmientes lapidarios. Proféticamente, se dio cuenta de que se había matado a sí misma.
Sí, había tomado una decisión, con la lluvia, el roble y el hielo como testigos. Su alma se había congelado lentamente, distraídamente, en un descuidado jugueteo de refrescante indiferencia. Is it right to be distrustful? It is a lavish felling, vague and somehow unwonted; though, in the very end it doesn't really matter. Trató de formar una frase pero no había palabras que pudieran articular el segundo mismo. Indefectiblemente calló, siempre, era su vicio personal e inconfesable. Qué extraño, pensó, nunca hubiera creído que el mundo se terminaría una noche de luna llena. Algo peculiar había en la frase que le hizo ahogar una sonrisa entre sus últimas lágrimas.</div>Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/12671229840971481042noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-22921378.post-1140735227915274222006-02-23T14:34:00.000-08:002006-02-23T14:59:50.686-08:00Lectori Salutem<a href="http://www.storybytes.com/images/a-dali/fullsize/persistence.jpg"><img style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 200px; CURSOR: hand" alt="" src="http://www.storybytes.com/images/a-dali/fullsize/persistence.jpg" border="0" /></a>
<span style="font-family:georgia;">Nuestra época, característica del desarrollo inútil, orientada para satisfacer la vanidad del hombre, para exaltarla y ensorberbecerla, y lo que es aún peor: para justificarla.</span>
<em>El olvido es una necesidad pero también es una estrategia.</em> Aquello se considera ausente, simplemente distanciado de la exigua porción de tiempo a la que llamamos presente, escondido en senderos laberínticos. Es necesario decir, sin embargo, que la pérdida constituye la mayor prueba del logro de la distancia temporal y que tanto el exceso como la insuficiencia de olvido comparten el mismo defecto, a saber, la desconexión del pasado al presente: la ruptura de la responsabilidad histórica del sujeto.
No son necesarios prologomenos para decirlo. Y aún si lo fueran no podriamos dar sentido a la condición humana con simples palabras, ponerle palabras a lo inenarrable, a lo que no se puede narrar, a lo que no se debe narrar, a lo que no se quiere narrar. No hay fórmula. Quizá porque no es necesaria; o tal vez la hay y nadie la dice porque secretamente todos la saben. No podría asegurarlo.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/12671229840971481042noreply@blogger.com0